lunes, 1 de diciembre de 2014

¿Morir por el fútbol?

Me apasiona el fútbol, desde que dejé de andar a gatas, y mi memoria o los vídeos alcanzan he tenido un balón pegado a los pies. Siempre he sido muy apasionado del deporte Rey. He saltado como el que más, he salido a celebrar ligas, campeonatos de Europa, y eurocopas, he saltado a la piscina con el mundial, y por supuesto he sufrido y padecido con las derrotas, llorar no, pero vivirlo con intensidad. El fútbol me ha enseñado a compartir, a pelear y perdonar, a ser noble y conocer innobles, a ser justo y soportar con deportividad la injusticia, a trabajar en equipo, disfrutar en equipo, ser generoso y ensalzar al compañero, y disfrutar de la generosidad y culminar el esfuerzo de otros, me ha enseñado caer y levantarme, a ser tirado y a tirar, pero también a tender la mano o aceptar la del contrario.
El fútbol es un sentimiento, es una escuela, es un arte... Yo creo que mis glóbulos blancos deben tener forma de balón de fútbol. Sigo disfrutando al verlo, y sigo esperando ansioso al partido que juego esta noche y al de los sábados (eso sí, de fútbol sala, por cuestiones de operatividad). Pues desde esta pasión, no me cabe en la cabeza una muerte de un aficionado al fútbol. Se puede disfrutar con la afición contraria, de hecho lo habitual es que padre e hijo sean rivales, como se disfruta hablando de política con los que piensan lo contrario, porque enriquece, porque me hace ver otras sensibilidades. ¿Cómo explica hoy un padre a sus hijos que un aficionado al fútbol haya sido asesinado por los del equipo contrario?, toda muerte violenta hiere la sensibilidad, pero cuando la causa es el fútbol es porque tenemos en esta sociedad energúmenos con la cabeza y el corazón más vacíos que el esférico. Muchas acciones, leyes, medidas en los estadios, el Observatorio contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, los presidentes, jugadores, medios, políticos, todos desde ayer mostrando su repulsa, pero creo que, una vez más, es cuestión de educación desde abajo, de formación, de respeto al otro, de prioridades y valores humanos. Y recordemos que la violencia en el fútbol comienza con la verbal, ante los más pequeños, y en los partidos del colegio, ¡educación desde abajo, es lo que falta en esta sociedad!. Confío, queridos oyentes, que la próxima vez que la pasión nos exalte, miremos alrededor a los pequeños que nos rodean, y pensemos en las consecuencias de lo que absorben como esponjas. Amo el fútbol, pero muy por encima amo la educación, y por supuesto la vida.


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