lunes, 28 de octubre de 2013

Titulado en Medicina no es igual a médico

Este fin de semana saltaba a los medios la noticia de un agricultor mejicano de 38 años que pasó 5 días agonizando en la puerta de un hospital al que acudió a pedir ayuda, desnutrido y deshidratado, por no tener seguro, ni dinero, ni tarjeta sanitaria.

Recuerdo, desde pequeño, ver el juramento hipocrático en el despacho de mi padre. Y leerlo o enseñárselo a mis amigos con cierto orgullo. Y recuerdo cómo mi padre era incapaz de cobrar a los pacientes, y le decía a mi madre, o al que le ayudara con el teléfono, con las citas y abriendo la puerta, lo que costaba cada visita, y cómo en muchas ocasiones (al suponer la escasez de recursos) decía “a ellos nada”. Cuando le preguntábamos el porqué, decía que la labor del médico se hacía sin pensar en honorarios, lo primero era practicar la medicina, la curación, y luego, ya se pensaba o no en la parte económica. Claro, de casta le venía al galgo, pues contando anécdotas de compañeros de su padre y abuelo, también médicos, contaba como en las épocas de la guerra, y de las cartillas, algunos médicos, como uno bien conocido del Albayzín granadino, no sólo no le cobraban a los pacientes, sino que, al acabar la consulta, les daban dinero para que pudieran tomar transporte de vuelta al pueblo o comprar las medicinas.

Pero el desembarco en la profesión médica en busca de prestigio, fama, posición social y dinero ha hecho que algunos, por tener el título de Medicina, se digan médicos. No señores, el código deontológico del médico crea carácter, y para el buen médico, lo primero es la humanidad.

Pero, junto a estos titulados en medicina, que no médicos, entonemos el “mea culpa” todos los demás. Cinco días en la puerta del hospital hasta morir...¿y los viandantes?, ¿nadie quiso ayudar?, ¿o es que, como en la parábola del buen samaritano, muchos pasaban dando un rodeo? ¿Qué habríamos hecho nosotros?

Les sugiero que esta semana miremos más a nuestro entorno y derrochemos algo más de humanidad.


lunes, 21 de octubre de 2013

Se acabó San Lucas 2013

Se Acabó la feria de San Lucas 2013, y se acabó la que comenzó como una de las más austeras, 9 días de casetas y cacharritos, de ferial y toros. La crónica de la corrida de ayer es un buen símil del resumen de la feria: Mientras unos han salido por la puerta grande, otros recibiendo a porta gayola salen heridos de gravedad (desde aquí mis deseos de recuperación al diestro David Galván).

Terminó la feria de las Casetas fusionadas por la crisis, compartiendo música y barra. Feria con un espacio tan marcado para el botellón que parecían nuestros jóvenes recluidos contra posibles contagios al resto. Feria en la que salen por la puerta grande el baile del serrucho, y los peces, que te tocan encestes o no la pelotita. Y feria en la que también recibía a porta gayola la tecnología, con una aplicación móvil, por cierto patrocinada por esta casa, para llevar la feria en el bolsillo, pero en la que la tecnología era pillada por el toro.

Donde la rumorología de las redes sociales han creado bandas organizadas que dan palizas y una inexistente muerte en el ferial, falsos rumores. Y que vuelve a ser revolcada pues tras los desmentidos por el Ayto., la policía y los medios, no dejan de insistir en los falsos rumores bajo el “no quieren que se sepa”.

Pero feria que sale por la puerta grande por su alegría, su familiaridad, sus caseteros, encuentros, comidas, premios, buenos ratos, 'trepabuqueros', reencuentros, abrazos,... pero ya se acabó la feria san Lucas 2013, y empieza a prepararse san Lucas 2014,

Y como dice el bueno de Antonio Agudo, y a quien corresponda, sigue habiendo 68039 parados en la provincia de Jaén.
 

lunes, 14 de octubre de 2013

Apoya la campaña "Aceite sólo el de aceituna"

Decía Ortega y Gasset que las palabras eran los déspotas más duros que padece la Humanidad. Es de sobra conocida la importancia del lenguaje para la manipulación, y de hecho los regímenes marxistas o nazis desarroll aron refinados sistemas de propaganda sabiendo que era la primera batalla a ganar. Por el mismo motivo, sin la necesidad o intención de buscar la manipulación, la misma importancia del lenguaje es fundamental en la dirección contraria, ante un término que correctamente utilizado puede favorecer una realidad, y esa es nuestra batalla, la del aceite de oliva: Etimológicamente la palabra Aceite viene de la palabra árabe azzayt que significa “zumo de aceituna” (otras fuentes sitúan el origen en el arameo pero en el mismo significado, lo que viene a ser nuestro aceite de oliva virgen extra). Entonces ¿porqué se denomina aceite al resto de grasas vegetales?, aceite de soja, aceite de girasol, aceite de palma, etc?. Si no vienen de aceituna deberían de usar otro término, y reservar aceite al procedente de aceituna. No hablo de tratar de manipular e lenguaje como primer paso a lograr un objetivo sino de todo lo contrario, corregir el lenguaje para situar nuestro aceite en el lugar que le corresponde, porque las otras grasas vegetales, al ser denominadas como aceite, llevan en la terminología, las bondades que se suponen al aceite (de la aceituna). Ya lo decía Gorgias de Leontinos, 400 años antes de Cristo, fundador de la retórica, “La palabra es un gran soberano, que con pequeñísimo y sumamente insignificante cuerpo lleva a cabo divinísimas obras” El poder insospechado del lenguaje procede sobre todo de la capacidad que tiene para clarificar los conceptos, matizándolos cuidadosamente, o bien para tergiversar su sentido. Agradezco a Marga Reig me haya hecho llegar esta cuestión, y pido a todos los que me escuchan o leen en las redes sociales se unan a esta iniciativa para que la Real Academia llame a las cosas por su nombre, aceite el de la aceituna y el resto grasas vegetales.

El mayor error es el miedo a equivocarse

El pasado jueves tuve la ocasión de reunirme con un grupo de amigos que están montando el perfil en las diferentes redes sociales para una servicio administrativo de bastante calado. Es gratificante ver como desde los puestos de responsabilidad más directamente en contacto con los usuarios son conscientes de la importancia del uso de las redes sociales, y quisiera extender esa ilusión y buen hacer, ojalá en la provincia fuéramos conscientes de la importancia, entre todos pondríamos a Jaén en valor, como dice nuestra campaña de COPE, Jaén en positivo.

Pero no basta con estar en las redes, lo que hagamos que se haga bien. ¿Cuántas marcas no ponen al frente de su perfil al joven becario de turno o al sobrino sin darse cuenta que es la imagen de la compañía?, ¿tienen esos “community manager” la formación adecuada?. ¿están al tanto de las campañas de la empresa y participan en ellas?, ¿saben analizar los perfiles de sus consumidores y aportar la gran cantidad de información que ofrecen los usuarios online?, ¿y qué decir de las denominadas crisis?, ¿saben cómo y cuándo responder?, y de eso a actitudes como generar actividad en el perfil, escuchar, diferenciar entre redes, tener muy en cuenta la seguridad,...es un tema que se toma demasiado a la ligera sin darse cuenta de la trascendencia que tiene para la empresa.

El marketing digital no es una mera extensión del marketing usando internet como herramienta,, conlleva rastrear lo que se dice de la marca en distintos foros, lo que hace la competencia, lo que busca el potencial cliente o usuario, y principalmente el feedback; y todo ello con plena identificación con la imagen de la empresa o institución.

El comunity manager es es el ingeniero en la comunicación online, el médico en las crisis y el abogado en la reputación. Un mal uso lleva errores sonados, como el de Nestle, aprovechado por Grrenpeace para criticar el uso del aceite de palma. O los de Repsol e Indetex usando imágenes de flickr o de blogueros sin su consentimiento ni conocimiento, Coca Cola tuvo la “genial” idea de prometer cambiar el color de sus famosas latas rojas si su página de Facebook llegaba a más de 2 millones de fans. Lo consiguieron en diez días, lo que puso a la multinacional en una situación comprometida, de la que solo pudo salir echándose atrás y reconociendo la imposibilidad técnica de modificar el color.

Pero ahí están. No hay que tener miedo al error, pues la mayor equivocación es tener miedo a equivocarse.