
La revolución tecnológica ha cambiado mucho la sociedad, pero quizá la educación no ha cambiado en la misma medida desde aquellos maestros que eran los que tenían el conocimiento, cuando ni existía la imprenta. Aunque desde mi punto de vista la mayor diferencia está en los alumnos, la generación digital. ¿Conocen alguno que tenga dificultad en manejar su smartphone?, ¿a alguno que deba estudiar manuales para comenzar su andadura en Tuenti o Facebook?, ¿a alguno que adquieran la mayor parte de su conocimiento en lecciones magistrales? A estos alumnos, en mayor o menor medida, les formamos con el sistema tradicional.
Supongamos ahora una mezcla de cómo enseñamos y de lo que ellos aprenden: Imaginen que a nuestros jóvenes o adolescentes los sentamos en sus pupitres, les damos el manual de 200 hojas del nuevo iPhone 5S, le contamos semana a semana cómo instalar aplicaciones, en pizarra y con cañones cómo bajar podcast, cómo ampliar imágenes o compartirlas, cómo hacer una foto y mandarla por Whatsapp y luego, tras 4 meses con esos manuales les examinamos en un folio con preguntas del tipo ¿Qué debes hacer para quitar el sonido de las notificaciones a un grupo de Whatsapp?, ¿cómo tuiteo una imagen que estoy viendo desde mi perfil de FB?. Los calificamos y los excelentes están preparados para la sociedad de la información, ya pueden usar un smartphone.
Quizá deberíamos plantearnos la mezcla contraria, lo que deben saber pero como ellos lo aprenden. ...No vaya a ser que tenga razón Alejandro Dumas cuando echaba la culpa a la educación de que "siendo tan inteligentes los niños la mayoría de los adultos sean tan estúpidos"
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